Tras tres discos de punk callejero psicodélico y crudo, y un disco esotérico en solitario (1970’s Mona – The Carnivorous Circus), Mick Farren se tomó un descanso para abandonar temporalmente sus actividades musicales a finales de los 70 y centrarse en la escritura. En 1976 ya se había convertido en una firma de referencia dentro del staff del New Musical Express, donde fue esencial como cronista y alentador del emergente movimiento punk que estaba sacudiendo las calles y pubs de Londres. Farren sentía una afinidad natural con aquellos jóvenes imberbes aspirantes a punk, hasta arriba de anfetaminas y hedor a orina y vinagre, que berreaban sobre anarquía por encima de un ritmo básico de rock’n roll simple.

Como no podía ser de otra forma, en poco tiempo Mick ya estaba volviendo a las andadas musicales. Una llamada de Logo Records que acababa de adquirir el catálogo de Transatlantic y estaba relanzando el tercer álbum de The Deviant’s le permitió formularles la propuesta de sacar un nuevo disco en solitario y, para su sorpresa, tras unas dudas iniciales, accedieron.

Andy Colquhoun, guitarrista principal de Warsaw Pakt, se convirtió pronto en su espada musical principal —de hecho, algunas de las canciones de este disco estaban pensadas inicialmente para ser grabadas por Warsaw Pakt. A la vez, Farren formó una banda, incluyendo en el equipo como músicos invitados a: Wilko Johnson de Dr Feelgood, Chrissie Hynde que aún estaba empezando a formar the Pretenders, Sonja Kristina, cantante principal de Curved Air, y Will Stallibrass que había tocado con Graham Parker, Lightnin’ Slim y Chilli Willi & the Red Hot Peppers, entre otros.

Debido a limitaciones presupuestarias, acabaron trabajando la mayor parte del tiempo sobre su media docena de temas favoritos, siendo el resto casi improvisaciones de art-school R&B con una cierta pátina metalera.

Descatalogado en vinilo durante bastante tiempo, nos complace poder ofrecer la reedición de “Vampires Stole My Lunch Money”, recordado como uno de los mejores álbumes de Mick Farren. En Trouser Press, Ira A. Robbins lo describió como “la obra maestra de Farren en solitario… una colección de canciones terriblemente honestas sobre bebida, separaciones, la depresión y la desesperación”.