Jonathan Richman
SA
20,00€
Munster
Jonathan Richman
SA
SA es el nuevo y brillante capítulo en la vida musical de Jonathan Richman. Este álbum, inspirado en la música raga, contiene todo lo que caracteriza a Jonathan: canciones maravillosas y cautivadoras llenas de calidez, amor, honestidad, poesía y su inimitable arte. Coproducido por Jonathan Richman, Jerry Harrison (The Modern Lovers, Talking Heads) y Nicole Montalbano.
Nicole Montalbano, que toca la tambura en este disco, tiene un tío que un día estaba regalando muchos de sus libros. Uno de ellos era Ramakrishna and His Disciples, de Christopher Isherwood. En el libro aparece una foto con la descripción Ramakrishna en la casa de Keshab. En ella, Ramakrishna está de pie entre seis o siete hombres, todos vestidos de blanco. Está haciendo algún tipo de gesto. Esboza una ligera sonrisa. Se apoya en su sobrino. Yo creía haber leído ya suficiente sobre místicos hindúes, pero esa sonrisa me intrigó. Así que leí el libro y ahora soy un gran fan de Ramakrishna y leo cualquier cosa sobre él que me pase por delante. Ramakrishna (1836-1886) fue uno de los más queridos y celebrados místicos hindués del siglo XIX. Aquellos que esperaban alguien serio, distante, como puede llegar a ser la gente que lleva una vida de abnegación, se sorprendían, incluso se decepcionaban un poco, al encontrar a una persona de aspecto normal, cercana, sin un aura de autoridad o un halo imponente. Tenía barba, no porque fuera un asceta sino porque su piel era demasiado sensible para la hoja de afeitar. También tenían un estómago delicado. Así que Ramakrishna era muy humano. Se quejaba. Se lamentaba. Se emocionaba. Se enfadaba. Algunos alumnos recibían un tratamiento preferente. Lo sobrecogían las ganas de aprender de un erudito, y luego de otro. Se levantaba y cantaba y bailaba cánticos tradicionales hindúes cuando sentía la necesidad. No distinguía las ragas pero le daba igual. Él estaba ahí para cantar a lo Divino. ¡No era el momento de tecnicismos! Y era sensible. Solía llorar cuando alguien recitaba los cánticos con sentimiento. Entonces se emocionaba tanto que entraba en una especie de trance. Pero no era un trance que supusiera perder el sentido. Estaba consciente, pero no podía mover su cuerpo. Su respiración parecía detenerse y su pecho se enrojecía por la cantidad de sangre que le llegaba. Esto podía ocurrir dos o tres veces en un mismo día. La gente estaba acostumbrada. Los monjes que estaban a su alrededor aprendían de él. Simplemente de su modo de vivir la vida. Pero, como alguien que ha experimentado sutiles estados interiores a los que aspiran aquellos que meditan, sus consejos sobre este tema debían ser tenidos en cuenta. Era, al fin y al cabo, un asceta y un yogui profundamente formado. Daba clases y contaba relatos. Además, les pedía a los monjes que escuchasen el tono silencioso SA: la vibración que subyace en todas las cosas materiales, según la tradición del yoga. Así que… SA y este disco… Una noche, al poner mi brazo alrededor de la cintura de mi pareja… sentí una vibración por debajo de la mental. Esta vibración era tan reconfortante y tan universal que compuse el tema ‘SA’ allí mismo. Poco después de recibir esta canción, cuatro de nosotros fuimos a un estudio de Chico, California, nos sentamos sobre una alfombra y la grabamos. Poco después empecé a escribir más versos, así que tenemos dos versiones en el disco; la de Chico lo comienza, la otra lo cierra. En las grabaciones posteriores a las sesiones de SA en Chico, uno de los estudios que usamos fue Coyote Hearing, en Oakland. Había un Melotrón – un bicho electrónico grande y blanco como el que usaron los Beatles en Strawberry Fields Forever. Así que pensé que Jerry Harrison, mi antiguo compañero de grupo, podría darle un buen uso y se nos unió. Luego él trajo un Harmonium a las siguientes sesiones, y los dos teclados sonaban de maravilla junto a la tambura de Nicole, por lo que el disco cambió desde lo que era inicialmente a otra cosa: Nicole y yo sentados juntos con el sonido de la guitarra y de la tambura haciendo una especie de quejido, Jerry al otro lado de la habitación creando tonos bajos y de medio rango, y por último Tommy Larkins situado a la izquierda siendo otra fuerza más. O, a veces, colocándose junto a Jerry con el percusionista Pat Spurgeon. Así que, como llevo varios años usando la tambura para aprender más sobre los tonos (¡Ya era hora!, ¿decís?) y ya que tres de las cuatro cuerdas de la tambura están afinadas en SA, SA ha estado en el aire. Y, por lo tanto, SA es. Jonathan Richman
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SA es el nuevo y brillante capítulo en la vida musical de Jonathan Richman. Este álbum, inspirado en la música raga, contiene todo lo que caracteriza a Jonathan: canciones maravillosas y cautivadoras llenas de calidez, amor, honestidad, poesía y su inimitable arte. Coproducido por Jonathan Richman, Jerry Harrison (The Modern Lovers, Talking Heads) y Nicole Montalbano.
Nicole Montalbano, que toca la tambura en este disco, tiene un tío que un día estaba regalando muchos de sus libros. Uno de ellos era Ramakrishna and His Disciples, de Christopher Isherwood. En el libro aparece una foto con la descripción Ramakrishna en la casa de Keshab. En ella, Ramakrishna está de pie entre seis o siete hombres, todos vestidos de blanco. Está haciendo algún tipo de gesto. Esboza una ligera sonrisa. Se apoya en su sobrino. Yo creía haber leído ya suficiente sobre místicos hindúes, pero esa sonrisa me intrigó. Así que leí el libro y ahora soy un gran fan de Ramakrishna y leo cualquier cosa sobre él que me pase por delante. Ramakrishna (1836-1886) fue uno de los más queridos y celebrados místicos hindués del siglo XIX. Aquellos que esperaban alguien serio, distante, como puede llegar a ser la gente que lleva una vida de abnegación, se sorprendían, incluso se decepcionaban un poco, al encontrar a una persona de aspecto normal, cercana, sin un aura de autoridad o un halo imponente. Tenía barba, no porque fuera un asceta sino porque su piel era demasiado sensible para la hoja de afeitar. También tenían un estómago delicado. Así que Ramakrishna era muy humano. Se quejaba. Se lamentaba. Se emocionaba. Se enfadaba. Algunos alumnos recibían un tratamiento preferente. Lo sobrecogían las ganas de aprender de un erudito, y luego de otro. Se levantaba y cantaba y bailaba cánticos tradicionales hindúes cuando sentía la necesidad. No distinguía las ragas pero le daba igual. Él estaba ahí para cantar a lo Divino. ¡No era el momento de tecnicismos! Y era sensible. Solía llorar cuando alguien recitaba los cánticos con sentimiento. Entonces se emocionaba tanto que entraba en una especie de trance. Pero no era un trance que supusiera perder el sentido. Estaba consciente, pero no podía mover su cuerpo. Su respiración parecía detenerse y su pecho se enrojecía por la cantidad de sangre que le llegaba. Esto podía ocurrir dos o tres veces en un mismo día. La gente estaba acostumbrada. Los monjes que estaban a su alrededor aprendían de él. Simplemente de su modo de vivir la vida. Pero, como alguien que ha experimentado sutiles estados interiores a los que aspiran aquellos que meditan, sus consejos sobre este tema debían ser tenidos en cuenta. Era, al fin y al cabo, un asceta y un yogui profundamente formado. Daba clases y contaba relatos. Además, les pedía a los monjes que escuchasen el tono silencioso SA: la vibración que subyace en todas las cosas materiales, según la tradición del yoga. Así que… SA y este disco… Una noche, al poner mi brazo alrededor de la cintura de mi pareja… sentí una vibración por debajo de la mental. Esta vibración era tan reconfortante y tan universal que compuse el tema ‘SA’ allí mismo. Poco después de recibir esta canción, cuatro de nosotros fuimos a un estudio de Chico, California, nos sentamos sobre una alfombra y la grabamos. Poco después empecé a escribir más versos, así que tenemos dos versiones en el disco; la de Chico lo comienza, la otra lo cierra. En las grabaciones posteriores a las sesiones de SA en Chico, uno de los estudios que usamos fue Coyote Hearing, en Oakland. Había un Melotrón – un bicho electrónico grande y blanco como el que usaron los Beatles en Strawberry Fields Forever. Así que pensé que Jerry Harrison, mi antiguo compañero de grupo, podría darle un buen uso y se nos unió. Luego él trajo un Harmonium a las siguientes sesiones, y los dos teclados sonaban de maravilla junto a la tambura de Nicole, por lo que el disco cambió desde lo que era inicialmente a otra cosa: Nicole y yo sentados juntos con el sonido de la guitarra y de la tambura haciendo una especie de quejido, Jerry al otro lado de la habitación creando tonos bajos y de medio rango, y por último Tommy Larkins situado a la izquierda siendo otra fuerza más. O, a veces, colocándose junto a Jerry con el percusionista Pat Spurgeon. Así que, como llevo varios años usando la tambura para aprender más sobre los tonos (¡Ya era hora!, ¿decís?) y ya que tres de las cuatro cuerdas de la tambura están afinadas en SA, SA ha estado en el aire. Y, por lo tanto, SA es. Jonathan Richman
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SA
SA es el nuevo y brillante capítulo en la vida musical de Jonathan Richman. Este álbum, inspirado en la música raga, contiene todo lo que caracteriza a Jonathan: canciones maravillosas y cautivadoras llenas de calidez, amor, honestidad, poesía y su inimitable arte. Coproducido por Jonathan Richman, Jerry Harrison (The Modern Lovers, Talking Heads) y Nicole Montalbano.
Nicole Montalbano, que toca la tambura en este disco, tiene un tío que un día estaba regalando muchos de sus libros. Uno de ellos era Ramakrishna and His Disciples, de Christopher Isherwood. En el libro aparece una foto con la descripción Ramakrishna en la casa de Keshab. En ella, Ramakrishna está de pie entre seis o siete hombres, todos vestidos de blanco. Está haciendo algún tipo de gesto. Esboza una ligera sonrisa. Se apoya en su sobrino. Yo creía haber leído ya suficiente sobre místicos hindúes, pero esa sonrisa me intrigó. Así que leí el libro y ahora soy un gran fan de Ramakrishna y leo cualquier cosa sobre él que me pase por delante. Ramakrishna (1836-1886) fue uno de los más queridos y celebrados místicos hindués del siglo XIX. Aquellos que esperaban alguien serio, distante, como puede llegar a ser la gente que lleva una vida de abnegación, se sorprendían, incluso se decepcionaban un poco, al encontrar a una persona de aspecto normal, cercana, sin un aura de autoridad o un halo imponente. Tenía barba, no porque fuera un asceta sino porque su piel era demasiado sensible para la hoja de afeitar. También tenían un estómago delicado. Así que Ramakrishna era muy humano. Se quejaba. Se lamentaba. Se emocionaba. Se enfadaba. Algunos alumnos recibían un tratamiento preferente. Lo sobrecogían las ganas de aprender de un erudito, y luego de otro. Se levantaba y cantaba y bailaba cánticos tradicionales hindúes cuando sentía la necesidad. No distinguía las ragas pero le daba igual. Él estaba ahí para cantar a lo Divino. ¡No era el momento de tecnicismos! Y era sensible. Solía llorar cuando alguien recitaba los cánticos con sentimiento. Entonces se emocionaba tanto que entraba en una especie de trance. Pero no era un trance que supusiera perder el sentido. Estaba consciente, pero no podía mover su cuerpo. Su respiración parecía detenerse y su pecho se enrojecía por la cantidad de sangre que le llegaba. Esto podía ocurrir dos o tres veces en un mismo día. La gente estaba acostumbrada. Los monjes que estaban a su alrededor aprendían de él. Simplemente de su modo de vivir la vida. Pero, como alguien que ha experimentado sutiles estados interiores a los que aspiran aquellos que meditan, sus consejos sobre este tema debían ser tenidos en cuenta. Era, al fin y al cabo, un asceta y un yogui profundamente formado. Daba clases y contaba relatos. Además, les pedía a los monjes que escuchasen el tono silencioso SA: la vibración que subyace en todas las cosas materiales, según la tradición del yoga. Así que… SA y este disco… Una noche, al poner mi brazo alrededor de la cintura de mi pareja… sentí una vibración por debajo de la mental. Esta vibración era tan reconfortante y tan universal que compuse el tema ‘SA’ allí mismo. Poco después de recibir esta canción, cuatro de nosotros fuimos a un estudio de Chico, California, nos sentamos sobre una alfombra y la grabamos. Poco después empecé a escribir más versos, así que tenemos dos versiones en el disco; la de Chico lo comienza, la otra lo cierra. En las grabaciones posteriores a las sesiones de SA en Chico, uno de los estudios que usamos fue Coyote Hearing, en Oakland. Había un Melotrón – un bicho electrónico grande y blanco como el que usaron los Beatles en Strawberry Fields Forever. Así que pensé que Jerry Harrison, mi antiguo compañero de grupo, podría darle un buen uso y se nos unió. Luego él trajo un Harmonium a las siguientes sesiones, y los dos teclados sonaban de maravilla junto a la tambura de Nicole, por lo que el disco cambió desde lo que era inicialmente a otra cosa: Nicole y yo sentados juntos con el sonido de la guitarra y de la tambura haciendo una especie de quejido, Jerry al otro lado de la habitación creando tonos bajos y de medio rango, y por último Tommy Larkins situado a la izquierda siendo otra fuerza más. O, a veces, colocándose junto a Jerry con el percusionista Pat Spurgeon. Así que, como llevo varios años usando la tambura para aprender más sobre los tonos (¡Ya era hora!, ¿decís?) y ya que tres de las cuatro cuerdas de la tambura están afinadas en SA, SA ha estado en el aire. Y, por lo tanto, SA es. Jonathan Richman
SA es el nuevo y brillante capítulo en la vida musical de Jonathan Richman. Este álbum, inspirado en la música raga, contiene todo lo que caracteriza a Jonathan: canciones maravillosas y cautivadoras llenas de calidez, amor, honestidad, poesía y su inimitable arte. Coproducido por Jonathan Richman, Jerry Harrison (The Modern Lovers, Talking Heads) y Nicole Montalbano.
Nicole Montalbano, que toca la tambura en este disco, tiene un tío que un día estaba regalando muchos de sus libros. Uno de ellos era Ramakrishna and His Disciples, de Christopher Isherwood. En el libro aparece una foto con la descripción Ramakrishna en la casa de Keshab. En ella, Ramakrishna está de pie entre seis o siete hombres, todos vestidos de blanco. Está haciendo algún tipo de gesto. Esboza una ligera sonrisa. Se apoya en su sobrino. Yo creía haber leído ya suficiente sobre místicos hindúes, pero esa sonrisa me intrigó. Así que leí el libro y ahora soy un gran fan de Ramakrishna y leo cualquier cosa sobre él que me pase por delante. Ramakrishna (1836-1886) fue uno de los más queridos y celebrados místicos hindués del siglo XIX. Aquellos que esperaban alguien serio, distante, como puede llegar a ser la gente que lleva una vida de abnegación, se sorprendían, incluso se decepcionaban un poco, al encontrar a una persona de aspecto normal, cercana, sin un aura de autoridad o un halo imponente. Tenía barba, no porque fuera un asceta sino porque su piel era demasiado sensible para la hoja de afeitar. También tenían un estómago delicado. Así que Ramakrishna era muy humano. Se quejaba. Se lamentaba. Se emocionaba. Se enfadaba. Algunos alumnos recibían un tratamiento preferente. Lo sobrecogían las ganas de aprender de un erudito, y luego de otro. Se levantaba y cantaba y bailaba cánticos tradicionales hindúes cuando sentía la necesidad. No distinguía las ragas pero le daba igual. Él estaba ahí para cantar a lo Divino. ¡No era el momento de tecnicismos! Y era sensible. Solía llorar cuando alguien recitaba los cánticos con sentimiento. Entonces se emocionaba tanto que entraba en una especie de trance. Pero no era un trance que supusiera perder el sentido. Estaba consciente, pero no podía mover su cuerpo. Su respiración parecía detenerse y su pecho se enrojecía por la cantidad de sangre que le llegaba. Esto podía ocurrir dos o tres veces en un mismo día. La gente estaba acostumbrada. Los monjes que estaban a su alrededor aprendían de él. Simplemente de su modo de vivir la vida. Pero, como alguien que ha experimentado sutiles estados interiores a los que aspiran aquellos que meditan, sus consejos sobre este tema debían ser tenidos en cuenta. Era, al fin y al cabo, un asceta y un yogui profundamente formado. Daba clases y contaba relatos. Además, les pedía a los monjes que escuchasen el tono silencioso SA: la vibración que subyace en todas las cosas materiales, según la tradición del yoga. Así que… SA y este disco… Una noche, al poner mi brazo alrededor de la cintura de mi pareja… sentí una vibración por debajo de la mental. Esta vibración era tan reconfortante y tan universal que compuse el tema ‘SA’ allí mismo. Poco después de recibir esta canción, cuatro de nosotros fuimos a un estudio de Chico, California, nos sentamos sobre una alfombra y la grabamos. Poco después empecé a escribir más versos, así que tenemos dos versiones en el disco; la de Chico lo comienza, la otra lo cierra. En las grabaciones posteriores a las sesiones de SA en Chico, uno de los estudios que usamos fue Coyote Hearing, en Oakland. Había un Melotrón – un bicho electrónico grande y blanco como el que usaron los Beatles en Strawberry Fields Forever. Así que pensé que Jerry Harrison, mi antiguo compañero de grupo, podría darle un buen uso y se nos unió. Luego él trajo un Harmonium a las siguientes sesiones, y los dos teclados sonaban de maravilla junto a la tambura de Nicole, por lo que el disco cambió desde lo que era inicialmente a otra cosa: Nicole y yo sentados juntos con el sonido de la guitarra y de la tambura haciendo una especie de quejido, Jerry al otro lado de la habitación creando tonos bajos y de medio rango, y por último Tommy Larkins situado a la izquierda siendo otra fuerza más. O, a veces, colocándose junto a Jerry con el percusionista Pat Spurgeon. Así que, como llevo varios años usando la tambura para aprender más sobre los tonos (¡Ya era hora!, ¿decís?) y ya que tres de las cuatro cuerdas de la tambura están afinadas en SA, SA ha estado en el aire. Y, por lo tanto, SA es. Jonathan Richman