Bonzomania

Cerebros Exprimidos

Bonzomania

Agotado

15,00

Munster

Cerebros Exprimidos

Bonzomania


Availability: Sin existencias SKU: MR 016  | 

El segundo álbum de Cerebros Exprimidos, publicado por Munster en 1991, contaba con un sonido más enriquecido y de mayor profundidad pero el resultado final seguía siendo tan visceral y feroz como sus entregas anteriores. La banda lo definía como muthafukkin’ unpretentious punk-rock. Un grito de rabia y autosuficiencia desde las tripas que incluía versiones de Germs y FU’s y no pedía permiso a nadie. Remasterizado especialmente para esta edición. Vinilo de 180g en una reproducción del arte original.

Publicado el cuarto año de los diez que duraría su carrera, el segundo LP de Cerebros Exprimidos, Bonzomania (1991), aparecía con la misión de sincronizar creativamente al cuarteto con su verdadero momentum. Más suicidios, su predecesor, transportaba temas que llevaban demasiado tiempo almacenados en el congelador, sin corresponderse con lo que en la nueva década se barruntaba en la sala de máquinas del cuarteto. Hasta ese momento, varias maquetas, temas esparcidos por recopilatorios, un mini-LP, el citado Más suicidios y una prolija actividad en directo ya habían confirmado holgadamente que aquella tempestad de alienación insular surgida de la cochiquera turística mallorquina constituía el mas genuino exabrupto punk-rock consignado en la España de los 90, con permiso de La Perrera. Prolegómeno del LP, el EP Ritual adelantaba pistas con unos arreglos más enriquecidos de lo habitual, un sonido de mayor profundidad, relieves y definición. Que en Bonzomania redundaban en la grabación técnicamente mejor vertebrada de la banda. Aún siendo una obra ambiciosa en un sentido estrictamente formal, Cerebros Exprimidos continuaron en ella fieles a su elemental factor genético, esto es muthafukkin’ unpretentious punk-rock, como estipulaban en la funda interior. Y eso era lo que se alojaba en los surcos. Dos versiones, una de Germs y otra de FU’s, y ocho temas propios temáticamente incidentes en la campaña bélica que el grupo venía lanzando contra la prevaricación social desde sus inicios. El mundo, clamaban, era una cárcel. Y ya que no hay escapatoria de un trullo tan inmenso como ese, someter la mente del oyente a un tratamiento Ludovico, sesión intensiva de terapia nihilista y ruido homicida, parecía una evasión razonable. Aerolitos de speed-grunge como la taciturna ?Sentirme bien’, apisonadoras con la fuerza motriz de ?Experto en muerte’ y ?Listos para sufrir’, células cancerígenas del tamaño de ?Irresponsable’, nos hablaban de una banda mas introspectiva y planificadora, pero no por ello privada de sus prerrogativas para sembrar caos y destrucción a modo de coartada lúdica, antropófago cóctel que cauterizaba sus heridas en una hoguera de anarquía concienzudamente controlada. Es la que fermenta en este disco música sin pretensiones, cierto. Una expresión de desahogo y autosuficiencia, un gesto de disgusto, rechazo y hartazgo emitido directamente desde la boca del estómago. No hay pues lecturas paralelas ni coartadas artísticas que valgan. Cerebros Exprimidos eran lo que se oía en Bonzomania. Irritación. Energía. Actitud. Un ciclón que irrumpía sin pedir permiso a nadie. Una inflamada úlcera rociada de napalm adolescente, furiosa como un jabalí malherido. Y ahí sigue, todavía abierta y supurante, inflamada, doliendo con la misma intensidad que hace casi un cuarto de siglo. Jaime Gonzalo

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El segundo álbum de Cerebros Exprimidos, publicado por Munster en 1991, contaba con un sonido más enriquecido y de mayor profundidad pero el resultado final seguía siendo tan visceral y feroz como sus entregas anteriores. La banda lo definía como muthafukkin’ unpretentious punk-rock. Un grito de rabia y autosuficiencia desde las tripas que incluía versiones de Germs y FU’s y no pedía permiso a nadie. Remasterizado especialmente para esta edición. Vinilo de 180g en una reproducción del arte original.

Publicado el cuarto año de los diez que duraría su carrera, el segundo LP de Cerebros Exprimidos, Bonzomania (1991), aparecía con la misión de sincronizar creativamente al cuarteto con su verdadero momentum. Más suicidios, su predecesor, transportaba temas que llevaban demasiado tiempo almacenados en el congelador, sin corresponderse con lo que en la nueva década se barruntaba en la sala de máquinas del cuarteto. Hasta ese momento, varias maquetas, temas esparcidos por recopilatorios, un mini-LP, el citado Más suicidios y una prolija actividad en directo ya habían confirmado holgadamente que aquella tempestad de alienación insular surgida de la cochiquera turística mallorquina constituía el mas genuino exabrupto punk-rock consignado en la España de los 90, con permiso de La Perrera. Prolegómeno del LP, el EP Ritual adelantaba pistas con unos arreglos más enriquecidos de lo habitual, un sonido de mayor profundidad, relieves y definición. Que en Bonzomania redundaban en la grabación técnicamente mejor vertebrada de la banda. Aún siendo una obra ambiciosa en un sentido estrictamente formal, Cerebros Exprimidos continuaron en ella fieles a su elemental factor genético, esto es muthafukkin’ unpretentious punk-rock, como estipulaban en la funda interior. Y eso era lo que se alojaba en los surcos. Dos versiones, una de Germs y otra de FU’s, y ocho temas propios temáticamente incidentes en la campaña bélica que el grupo venía lanzando contra la prevaricación social desde sus inicios. El mundo, clamaban, era una cárcel. Y ya que no hay escapatoria de un trullo tan inmenso como ese, someter la mente del oyente a un tratamiento Ludovico, sesión intensiva de terapia nihilista y ruido homicida, parecía una evasión razonable. Aerolitos de speed-grunge como la taciturna ?Sentirme bien’, apisonadoras con la fuerza motriz de ?Experto en muerte’ y ?Listos para sufrir’, células cancerígenas del tamaño de ?Irresponsable’, nos hablaban de una banda mas introspectiva y planificadora, pero no por ello privada de sus prerrogativas para sembrar caos y destrucción a modo de coartada lúdica, antropófago cóctel que cauterizaba sus heridas en una hoguera de anarquía concienzudamente controlada. Es la que fermenta en este disco música sin pretensiones, cierto. Una expresión de desahogo y autosuficiencia, un gesto de disgusto, rechazo y hartazgo emitido directamente desde la boca del estómago. No hay pues lecturas paralelas ni coartadas artísticas que valgan. Cerebros Exprimidos eran lo que se oía en Bonzomania. Irritación. Energía. Actitud. Un ciclón que irrumpía sin pedir permiso a nadie. Una inflamada úlcera rociada de napalm adolescente, furiosa como un jabalí malherido. Y ahí sigue, todavía abierta y supurante, inflamada, doliendo con la misma intensidad que hace casi un cuarto de siglo. Jaime Gonzalo

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El segundo álbum de Cerebros Exprimidos, publicado por Munster en 1991, contaba con un sonido más enriquecido y de mayor profundidad pero el resultado final seguía siendo tan visceral y feroz como sus entregas anteriores. La banda lo definía como muthafukkin’ unpretentious punk-rock. Un grito de rabia y autosuficiencia desde las tripas que incluía versiones de Germs y FU’s y no pedía permiso a nadie. Remasterizado especialmente para esta edición. Vinilo de 180g en una reproducción del arte original.

Publicado el cuarto año de los diez que duraría su carrera, el segundo LP de Cerebros Exprimidos, Bonzomania (1991), aparecía con la misión de sincronizar creativamente al cuarteto con su verdadero momentum. Más suicidios, su predecesor, transportaba temas que llevaban demasiado tiempo almacenados en el congelador, sin corresponderse con lo que en la nueva década se barruntaba en la sala de máquinas del cuarteto. Hasta ese momento, varias maquetas, temas esparcidos por recopilatorios, un mini-LP, el citado Más suicidios y una prolija actividad en directo ya habían confirmado holgadamente que aquella tempestad de alienación insular surgida de la cochiquera turística mallorquina constituía el mas genuino exabrupto punk-rock consignado en la España de los 90, con permiso de La Perrera. Prolegómeno del LP, el EP Ritual adelantaba pistas con unos arreglos más enriquecidos de lo habitual, un sonido de mayor profundidad, relieves y definición. Que en Bonzomania redundaban en la grabación técnicamente mejor vertebrada de la banda. Aún siendo una obra ambiciosa en un sentido estrictamente formal, Cerebros Exprimidos continuaron en ella fieles a su elemental factor genético, esto es muthafukkin’ unpretentious punk-rock, como estipulaban en la funda interior. Y eso era lo que se alojaba en los surcos. Dos versiones, una de Germs y otra de FU’s, y ocho temas propios temáticamente incidentes en la campaña bélica que el grupo venía lanzando contra la prevaricación social desde sus inicios. El mundo, clamaban, era una cárcel. Y ya que no hay escapatoria de un trullo tan inmenso como ese, someter la mente del oyente a un tratamiento Ludovico, sesión intensiva de terapia nihilista y ruido homicida, parecía una evasión razonable. Aerolitos de speed-grunge como la taciturna ?Sentirme bien’, apisonadoras con la fuerza motriz de ?Experto en muerte’ y ?Listos para sufrir’, células cancerígenas del tamaño de ?Irresponsable’, nos hablaban de una banda mas introspectiva y planificadora, pero no por ello privada de sus prerrogativas para sembrar caos y destrucción a modo de coartada lúdica, antropófago cóctel que cauterizaba sus heridas en una hoguera de anarquía concienzudamente controlada. Es la que fermenta en este disco música sin pretensiones, cierto. Una expresión de desahogo y autosuficiencia, un gesto de disgusto, rechazo y hartazgo emitido directamente desde la boca del estómago. No hay pues lecturas paralelas ni coartadas artísticas que valgan. Cerebros Exprimidos eran lo que se oía en Bonzomania. Irritación. Energía. Actitud. Un ciclón que irrumpía sin pedir permiso a nadie. Una inflamada úlcera rociada de napalm adolescente, furiosa como un jabalí malherido. Y ahí sigue, todavía abierta y supurante, inflamada, doliendo con la misma intensidad que hace casi un cuarto de siglo. Jaime Gonzalo

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El segundo álbum de Cerebros Exprimidos, publicado por Munster en 1991, contaba con un sonido más enriquecido y de mayor profundidad pero el resultado final seguía siendo tan visceral y feroz como sus entregas anteriores. La banda lo definía como muthafukkin’ unpretentious punk-rock. Un grito de rabia y autosuficiencia desde las tripas que incluía versiones de Germs y FU’s y no pedía permiso a nadie. Remasterizado especialmente para esta edición. Vinilo de 180g en una reproducción del arte original.

Publicado el cuarto año de los diez que duraría su carrera, el segundo LP de Cerebros Exprimidos, Bonzomania (1991), aparecía con la misión de sincronizar creativamente al cuarteto con su verdadero momentum. Más suicidios, su predecesor, transportaba temas que llevaban demasiado tiempo almacenados en el congelador, sin corresponderse con lo que en la nueva década se barruntaba en la sala de máquinas del cuarteto. Hasta ese momento, varias maquetas, temas esparcidos por recopilatorios, un mini-LP, el citado Más suicidios y una prolija actividad en directo ya habían confirmado holgadamente que aquella tempestad de alienación insular surgida de la cochiquera turística mallorquina constituía el mas genuino exabrupto punk-rock consignado en la España de los 90, con permiso de La Perrera. Prolegómeno del LP, el EP Ritual adelantaba pistas con unos arreglos más enriquecidos de lo habitual, un sonido de mayor profundidad, relieves y definición. Que en Bonzomania redundaban en la grabación técnicamente mejor vertebrada de la banda. Aún siendo una obra ambiciosa en un sentido estrictamente formal, Cerebros Exprimidos continuaron en ella fieles a su elemental factor genético, esto es muthafukkin’ unpretentious punk-rock, como estipulaban en la funda interior. Y eso era lo que se alojaba en los surcos. Dos versiones, una de Germs y otra de FU’s, y ocho temas propios temáticamente incidentes en la campaña bélica que el grupo venía lanzando contra la prevaricación social desde sus inicios. El mundo, clamaban, era una cárcel. Y ya que no hay escapatoria de un trullo tan inmenso como ese, someter la mente del oyente a un tratamiento Ludovico, sesión intensiva de terapia nihilista y ruido homicida, parecía una evasión razonable. Aerolitos de speed-grunge como la taciturna ?Sentirme bien’, apisonadoras con la fuerza motriz de ?Experto en muerte’ y ?Listos para sufrir’, células cancerígenas del tamaño de ?Irresponsable’, nos hablaban de una banda mas introspectiva y planificadora, pero no por ello privada de sus prerrogativas para sembrar caos y destrucción a modo de coartada lúdica, antropófago cóctel que cauterizaba sus heridas en una hoguera de anarquía concienzudamente controlada. Es la que fermenta en este disco música sin pretensiones, cierto. Una expresión de desahogo y autosuficiencia, un gesto de disgusto, rechazo y hartazgo emitido directamente desde la boca del estómago. No hay pues lecturas paralelas ni coartadas artísticas que valgan. Cerebros Exprimidos eran lo que se oía en Bonzomania. Irritación. Energía. Actitud. Un ciclón que irrumpía sin pedir permiso a nadie. Una inflamada úlcera rociada de napalm adolescente, furiosa como un jabalí malherido. Y ahí sigue, todavía abierta y supurante, inflamada, doliendo con la misma intensidad que hace casi un cuarto de siglo. Jaime Gonzalo

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