CUMBIAS EN MOOG
CUMBIA DE SAL / CUMBIA SOBRE EL MAR
CUMBIAS EN MOOG
CUMBIA DE SAL / CUMBIA SOBRE EL MAR
Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats. Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo “¿pero… qué es esto?” (¡en el buen sentido!). En la otra cara, otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas. Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.
Primera reedición como lanzamiento independiente —previamente solo disponible como parte de la agotadísima “Big Box of Afrosound”
Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats y apenas se reconoce respecto a la versión original de los años 60 de Los Falcons (vale la pena echarle una escucha por su belleza oscura y sincopada). Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo "¿pero… qué es esto?" (¡en el buen sentido!). La letra esboza una fiesta nocturna en la playa con bebida y baile, con el olor a sal marina, el ritmo de los tambores y el susurro de las hojas de palma que se balancean como un estimulante natural.
También la cara B de este único single publicado por el proyecto “Cumbias en Moog” es sumamente brillante. Al igual que el tema principal, esta joya es otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas (esta vez sin decir ninguna palabra sino imitando el sonido del Mellotron). Solo tiene un fallo: ¡es demasiado corta!
Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.
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13,00€
Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats. Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo “¿pero… qué es esto?” (¡en el buen sentido!). En la otra cara, otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas. Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.
Primera reedición como lanzamiento independiente —previamente solo disponible como parte de la agotadísima “Big Box of Afrosound”
Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats y apenas se reconoce respecto a la versión original de los años 60 de Los Falcons (vale la pena echarle una escucha por su belleza oscura y sincopada). Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo "¿pero… qué es esto?" (¡en el buen sentido!). La letra esboza una fiesta nocturna en la playa con bebida y baile, con el olor a sal marina, el ritmo de los tambores y el susurro de las hojas de palma que se balancean como un estimulante natural.
También la cara B de este único single publicado por el proyecto “Cumbias en Moog” es sumamente brillante. Al igual que el tema principal, esta joya es otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas (esta vez sin decir ninguna palabra sino imitando el sonido del Mellotron). Solo tiene un fallo: ¡es demasiado corta!
Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.
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Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats. Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo “¿pero… qué es esto?” (¡en el buen sentido!). En la otra cara, otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas. Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.
Primera reedición como lanzamiento independiente —previamente solo disponible como parte de la agotadísima “Big Box of Afrosound”
Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats y apenas se reconoce respecto a la versión original de los años 60 de Los Falcons (vale la pena echarle una escucha por su belleza oscura y sincopada). Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo "¿pero… qué es esto?" (¡en el buen sentido!). La letra esboza una fiesta nocturna en la playa con bebida y baile, con el olor a sal marina, el ritmo de los tambores y el susurro de las hojas de palma que se balancean como un estimulante natural.
También la cara B de este único single publicado por el proyecto “Cumbias en Moog” es sumamente brillante. Al igual que el tema principal, esta joya es otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas (esta vez sin decir ninguna palabra sino imitando el sonido del Mellotron). Solo tiene un fallo: ¡es demasiado corta!
Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.
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Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats. Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo “¿pero… qué es esto?” (¡en el buen sentido!). En la otra cara, otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas. Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.
Primera reedición como lanzamiento independiente —previamente solo disponible como parte de la agotadísima “Big Box of Afrosound”
Si se puede tocar a Bach con un moog, ¡también se puede tocar cumbia!
Esta melodía sorprendentemente funky tiene una de esas intros con breaks de las que hacen babear a los productores de beats y apenas se reconoce respecto a la versión original de los años 60 de Los Falcons (vale la pena echarle una escucha por su belleza oscura y sincopada). Los toques bizarros de sintetizador y las extrañas voces incluidas en la grabación producen reacciones del tipo "¿pero… qué es esto?" (¡en el buen sentido!). La letra esboza una fiesta nocturna en la playa con bebida y baile, con el olor a sal marina, el ritmo de los tambores y el susurro de las hojas de palma que se balancean como un estimulante natural.
También la cara B de este único single publicado por el proyecto “Cumbias en Moog” es sumamente brillante. Al igual que el tema principal, esta joya es otro clásico costeño radicalmente actualizado, con arreglos disparatados de sintetizador, bucles de guitarras rasposas y vocales alocadas (esta vez sin decir ninguna palabra sino imitando el sonido del Mellotron). Solo tiene un fallo: ¡es demasiado corta!
Hay que quitarse el sombrero ante Fruko y Discos Fuentes por lograr que este experimento de afro-modernización se publicara.