Algunos visionarios intentaron mostrarnos lo que teóricamente iba a ser el futuro. Desde su reducto marginal abrieron sus puertas a una música electrónica, tanto en su melodía como en su armazón rítmico y bailable. Las nuevas vías expresivas que otorgaba el establecimiento en España de un modelo de transición a la democracia permitieron el incendio de la música tradicional de aquel momento. El synth pop se instaló en la península en los centros urbanos de las principales ciudades, dando inicio febril a una de las pocas etiquetas que podríamos denominar como autóctonas; el tecno pop: versión ibérica de aquel sonido minimal synth que causó furor a finales de los años 70 y principios de los 80, que a su vez abarcaba toda una serie de subgéneros. El mimetismo inicial era total, y sus referentes eran los discos de Cabaret Voltaire, Heaven 17, Brian Eno, Depeche Mode, Japan, Human League, Soft Cell, DAF, New Order, The Residents, Ultravox o Devo. Pero también el cine, la poesía y la moda eran claras influencias que se reflejaban en las canciones de aquellos incipientes grupos. Muchos tuvieron que sobrevivir en las catacumbas del underground y nadar en los mares maqueteros, sin publicar disco alguno, víctimas de la incapacidad de los sellos discográficos que no comprendían lo que se estaba gestando en el país, aunque poco después el filón sería explotado de tal manera que grupos con dos o tres actuaciones firmaban contrato con un sello. Cuando las grandes discográficas intentaron hacer caja tres años después del estallido cultural, para algunas bandas ya fue demasiado tarde, estaban bailando otra guerra. Este recopilatorio intenta paliar la escasa repercusión que algunos de estos grupos tuvieron en unos medios que no querían interiorizar ese cambio de rumbo de la historia, pues se estaba produciendo en lo cultural un pequeño salto adelante. Solo algunos programas de radio, de televisión y ciertos gestores de salas de conciertos apostaron por unos grupos cuyas grabaciones fueron lucientes testigos de una época, determinantes símbolos para entender la evolución de nuestra propia música contemporánea y popular. Esos grupos publicaron discos a la altura de algunas obras de fuera, a pesar de tener menos medios técnicos y menos conocimientos musicales. Esa nueva generación quiso romper, algunos de forma más consecuente que otros, con los eternos tiempos rancios y el totalitarismo. El entusiasmo y energía desbordante consiguieron finalmente implantar esa nueva ola cargada de rítmica sintética donde las guitarras cedieron protagonismo a sintetizadores de diverso pelaje y a las cajas de ritmo. En aquella España que aún negociaba al más alto nivel para ser aceptada por la Comunidad Económica Europea, la mayoría de proyectos no tuvieron la difusión que merecían. Muchos optaron por malvivir en la marginalidad, fichando por pequeños sellos o creando el suyo propio. Aquel espíritu do it yourself que pregonaba el movimiento punk se había convertido en una seña de identidad para la primera generación sin domar en cuarenta años. No todos los grupos estaban comprometidos políticamente, aunque de aquello surgieron propuestas interesantes porque aún no había llegado el tiempo de la creciente espiral de docilidad y tragaderas que después se implantó tras los primeros años de democracia. Interferencias brinda la oportunidad de descubrir unas propuestas que no siempre tuvieron eco y que fueron abandonadas para perderse en la memoria de unos pocos. El disco no es una suma de reliquias del pasado, sino algo viviente que nos permite comprender, desde ese pasado cercano, nuestro mundo actual. El surtido de grupos aquí reunidos impone, y las canciones seleccionadas son sugerentes y honestas propuestas donde se derrochan kilos de coherencia en temas repletos de melodías infecciosas y ritmos pegajosos y aritméticos. Son canciones reflejo de una década.