Sensacional Soul Vol 3

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Agotado

20,00

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SKU: VAMPI 133  |  , , , , ,

El tercer volumen de nuestra aclamada serie Sensacional Soul incluye 28 temazos llenapistas de soul español de los años 1966-1976. La mayoría se reeditan aquí por primera vez. Otra selección esencial para quien desee explorar un género fascinante. Los dos formatos incluyen notas detalladas a cargo de Vicente Fabuel junto a las portadas de todos los temas y fotos de los grupos.

¿Soul español? Mientras algún escéptico residual aún arquea la ceja, ningún aficionado al género desconoce que pocos estilos musicales han tenido más denominaciones de origen. Grandes urbes norteamericanas como Chicago, Detroit, Philadelphia, Memphis, New York, New Orleans o incluso diminutos enclaves sureños como Florence (Alabama) fueron sedes gloriosas de formas únicas de entender esta gran música afroamericana durante las décadas de los 60 y 70. Los nombres se amontonan: Southern, Motown, Philly, Latin, Chicago, New Orleans… según viniese de aquí o de allá, y Northern soul viniese de donde viniese, pero siempre que su rítmica y palpitar se ajustase a lo demandado por las discotecas del norte de Inglaterra desde los años 70. Y aunque fue conocido como blue-eyed soul cuando fue interpretado por artistas blancos, obviamente nunca tuvo clara denominación oficial de origen el soul que nuestros paisanos forjaron desde mediados de los 60, pero con los dos volúmenes anteriores de esta colección se acuñó internacionalmente que nuestro soul era Sensacional. A salvo de Inglaterra, ningún país europeo se mostró más vulnerable que España ante la fiebre soul que a partir de la mitad de los años 60 barría de norte a sur. La pasión por la música negra fue tan contagiosa que en nuestro país nadie pudo resistirse, bien es verdad que todo ello estaba auspiciado por el extraordinario auge del turismo y el consiguiente boom de las discotecas que jalonaron las grandes ciudades y, sobre todo, la costa mediterránea. Si la altísima necesidad de música en directo que estas boîtes y discotecas demandaban no podía ser cubierta por los músicos locales, la solución no fue otra que recurrir a grupos foráneos (fueron docenas los que se acercaron a nuestro país) o a un urgente reciclaje de ilustres bandas veteranas marginadas por las nuevas corrientes. La media que arrojó esa gran demanda es probable que no diese más que para soul de garrafa en muchos de esos garitos playeros, pero muchos de esos grupos se aplicaron con tal pasión a la tarea que su escaso legado discográfico –hoy más que nunca– incendia pistas de baile, alboroza corazones de medio mundo y exige pronta denominación de origen en su afán exportador. Buena e insólita prueba de ello fue que este país sería el único en Europa cuyos grupos punteros del género (Canarios y Pop-Tops) alcanzaron el número uno de las listas con temas propios. Es posible que el soul sureño y el sonido Tamla fuesen las fuentes más consultadas por nuestros músicos locales, pero esta colección exhibe también fascinantes experiencias a caballo del soul psicodélico, los instrumentales, el Afro-rock o el gospel-soul, aunque hay otros que van más allá, o dicho más apropiadamente, se quedan más acá; temas imposibles de situar fuera de nuestras fronteras, temas forrados de ecos, giros y gimmicks absolutamente hispanos. Y es que el impacto popular del soul fue tan amplio y llegó a tantas capas de audiencia que la creatividad de esos músicos fue diversa, plural e incontrolable; para algunos puristas, una blasfemia, sin duda, pero para el resto, música libre hecha y cantada por derecho. Vicente Fabuel

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El tercer volumen de nuestra aclamada serie Sensacional Soul incluye 28 temazos llenapistas de soul español de los años 1966-1976. La mayoría se reeditan aquí por primera vez. Otra selección esencial para quien desee explorar un género fascinante. Los dos formatos incluyen notas detalladas a cargo de Vicente Fabuel junto a las portadas de todos los temas y fotos de los grupos.

¿Soul español? Mientras algún escéptico residual aún arquea la ceja, ningún aficionado al género desconoce que pocos estilos musicales han tenido más denominaciones de origen. Grandes urbes norteamericanas como Chicago, Detroit, Philadelphia, Memphis, New York, New Orleans o incluso diminutos enclaves sureños como Florence (Alabama) fueron sedes gloriosas de formas únicas de entender esta gran música afroamericana durante las décadas de los 60 y 70. Los nombres se amontonan: Southern, Motown, Philly, Latin, Chicago, New Orleans… según viniese de aquí o de allá, y Northern soul viniese de donde viniese, pero siempre que su rítmica y palpitar se ajustase a lo demandado por las discotecas del norte de Inglaterra desde los años 70. Y aunque fue conocido como blue-eyed soul cuando fue interpretado por artistas blancos, obviamente nunca tuvo clara denominación oficial de origen el soul que nuestros paisanos forjaron desde mediados de los 60, pero con los dos volúmenes anteriores de esta colección se acuñó internacionalmente que nuestro soul era Sensacional. A salvo de Inglaterra, ningún país europeo se mostró más vulnerable que España ante la fiebre soul que a partir de la mitad de los años 60 barría de norte a sur. La pasión por la música negra fue tan contagiosa que en nuestro país nadie pudo resistirse, bien es verdad que todo ello estaba auspiciado por el extraordinario auge del turismo y el consiguiente boom de las discotecas que jalonaron las grandes ciudades y, sobre todo, la costa mediterránea. Si la altísima necesidad de música en directo que estas boîtes y discotecas demandaban no podía ser cubierta por los músicos locales, la solución no fue otra que recurrir a grupos foráneos (fueron docenas los que se acercaron a nuestro país) o a un urgente reciclaje de ilustres bandas veteranas marginadas por las nuevas corrientes. La media que arrojó esa gran demanda es probable que no diese más que para soul de garrafa en muchos de esos garitos playeros, pero muchos de esos grupos se aplicaron con tal pasión a la tarea que su escaso legado discográfico –hoy más que nunca– incendia pistas de baile, alboroza corazones de medio mundo y exige pronta denominación de origen en su afán exportador. Buena e insólita prueba de ello fue que este país sería el único en Europa cuyos grupos punteros del género (Canarios y Pop-Tops) alcanzaron el número uno de las listas con temas propios. Es posible que el soul sureño y el sonido Tamla fuesen las fuentes más consultadas por nuestros músicos locales, pero esta colección exhibe también fascinantes experiencias a caballo del soul psicodélico, los instrumentales, el Afro-rock o el gospel-soul, aunque hay otros que van más allá, o dicho más apropiadamente, se quedan más acá; temas imposibles de situar fuera de nuestras fronteras, temas forrados de ecos, giros y gimmicks absolutamente hispanos. Y es que el impacto popular del soul fue tan amplio y llegó a tantas capas de audiencia que la creatividad de esos músicos fue diversa, plural e incontrolable; para algunos puristas, una blasfemia, sin duda, pero para el resto, música libre hecha y cantada por derecho. Vicente Fabuel

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El tercer volumen de nuestra aclamada serie Sensacional Soul incluye 28 temazos llenapistas de soul español de los años 1966-1976. La mayoría se reeditan aquí por primera vez. Otra selección esencial para quien desee explorar un género fascinante. Los dos formatos incluyen notas detalladas a cargo de Vicente Fabuel junto a las portadas de todos los temas y fotos de los grupos.

¿Soul español? Mientras algún escéptico residual aún arquea la ceja, ningún aficionado al género desconoce que pocos estilos musicales han tenido más denominaciones de origen. Grandes urbes norteamericanas como Chicago, Detroit, Philadelphia, Memphis, New York, New Orleans o incluso diminutos enclaves sureños como Florence (Alabama) fueron sedes gloriosas de formas únicas de entender esta gran música afroamericana durante las décadas de los 60 y 70. Los nombres se amontonan: Southern, Motown, Philly, Latin, Chicago, New Orleans… según viniese de aquí o de allá, y Northern soul viniese de donde viniese, pero siempre que su rítmica y palpitar se ajustase a lo demandado por las discotecas del norte de Inglaterra desde los años 70. Y aunque fue conocido como blue-eyed soul cuando fue interpretado por artistas blancos, obviamente nunca tuvo clara denominación oficial de origen el soul que nuestros paisanos forjaron desde mediados de los 60, pero con los dos volúmenes anteriores de esta colección se acuñó internacionalmente que nuestro soul era Sensacional. A salvo de Inglaterra, ningún país europeo se mostró más vulnerable que España ante la fiebre soul que a partir de la mitad de los años 60 barría de norte a sur. La pasión por la música negra fue tan contagiosa que en nuestro país nadie pudo resistirse, bien es verdad que todo ello estaba auspiciado por el extraordinario auge del turismo y el consiguiente boom de las discotecas que jalonaron las grandes ciudades y, sobre todo, la costa mediterránea. Si la altísima necesidad de música en directo que estas boîtes y discotecas demandaban no podía ser cubierta por los músicos locales, la solución no fue otra que recurrir a grupos foráneos (fueron docenas los que se acercaron a nuestro país) o a un urgente reciclaje de ilustres bandas veteranas marginadas por las nuevas corrientes. La media que arrojó esa gran demanda es probable que no diese más que para soul de garrafa en muchos de esos garitos playeros, pero muchos de esos grupos se aplicaron con tal pasión a la tarea que su escaso legado discográfico –hoy más que nunca– incendia pistas de baile, alboroza corazones de medio mundo y exige pronta denominación de origen en su afán exportador. Buena e insólita prueba de ello fue que este país sería el único en Europa cuyos grupos punteros del género (Canarios y Pop-Tops) alcanzaron el número uno de las listas con temas propios. Es posible que el soul sureño y el sonido Tamla fuesen las fuentes más consultadas por nuestros músicos locales, pero esta colección exhibe también fascinantes experiencias a caballo del soul psicodélico, los instrumentales, el Afro-rock o el gospel-soul, aunque hay otros que van más allá, o dicho más apropiadamente, se quedan más acá; temas imposibles de situar fuera de nuestras fronteras, temas forrados de ecos, giros y gimmicks absolutamente hispanos. Y es que el impacto popular del soul fue tan amplio y llegó a tantas capas de audiencia que la creatividad de esos músicos fue diversa, plural e incontrolable; para algunos puristas, una blasfemia, sin duda, pero para el resto, música libre hecha y cantada por derecho. Vicente Fabuel

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¿Soul español? Mientras algún escéptico residual aún arquea la ceja, ningún aficionado al género desconoce que pocos estilos musicales han tenido más denominaciones de origen. Grandes urbes norteamericanas como Chicago, Detroit, Philadelphia, Memphis, New York, New Orleans o incluso diminutos enclaves sureños como Florence (Alabama) fueron sedes gloriosas de formas únicas de entender esta gran música afroamericana durante las décadas de los 60 y 70. Los nombres se amontonan: Southern, Motown, Philly, Latin, Chicago, New Orleans… según viniese de aquí o de allá, y Northern soul viniese de donde viniese, pero siempre que su rítmica y palpitar se ajustase a lo demandado por las discotecas del norte de Inglaterra desde los años 70. Y aunque fue conocido como blue-eyed soul cuando fue interpretado por artistas blancos, obviamente nunca tuvo clara denominación oficial de origen el soul que nuestros paisanos forjaron desde mediados de los 60, pero con los dos volúmenes anteriores de esta colección se acuñó internacionalmente que nuestro soul era Sensacional. A salvo de Inglaterra, ningún país europeo se mostró más vulnerable que España ante la fiebre soul que a partir de la mitad de los años 60 barría de norte a sur. La pasión por la música negra fue tan contagiosa que en nuestro país nadie pudo resistirse, bien es verdad que todo ello estaba auspiciado por el extraordinario auge del turismo y el consiguiente boom de las discotecas que jalonaron las grandes ciudades y, sobre todo, la costa mediterránea. Si la altísima necesidad de música en directo que estas boîtes y discotecas demandaban no podía ser cubierta por los músicos locales, la solución no fue otra que recurrir a grupos foráneos (fueron docenas los que se acercaron a nuestro país) o a un urgente reciclaje de ilustres bandas veteranas marginadas por las nuevas corrientes. La media que arrojó esa gran demanda es probable que no diese más que para soul de garrafa en muchos de esos garitos playeros, pero muchos de esos grupos se aplicaron con tal pasión a la tarea que su escaso legado discográfico –hoy más que nunca– incendia pistas de baile, alboroza corazones de medio mundo y exige pronta denominación de origen en su afán exportador. Buena e insólita prueba de ello fue que este país sería el único en Europa cuyos grupos punteros del género (Canarios y Pop-Tops) alcanzaron el número uno de las listas con temas propios. Es posible que el soul sureño y el sonido Tamla fuesen las fuentes más consultadas por nuestros músicos locales, pero esta colección exhibe también fascinantes experiencias a caballo del soul psicodélico, los instrumentales, el Afro-rock o el gospel-soul, aunque hay otros que van más allá, o dicho más apropiadamente, se quedan más acá; temas imposibles de situar fuera de nuestras fronteras, temas forrados de ecos, giros y gimmicks absolutamente hispanos. Y es que el impacto popular del soul fue tan amplio y llegó a tantas capas de audiencia que la creatividad de esos músicos fue diversa, plural e incontrolable; para algunos puristas, una blasfemia, sin duda, pero para el resto, música libre hecha y cantada por derecho. Vicente Fabuel

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