“Butthole Surfers meets Run The Jewels” (Dean Roberts) Sí, aquí hay rock, pero está tan deformado que ni siquiera la no wave podría ayudarte a comprenderlo. Imagina que un puñado de virus llenos de noticias falsas y repugnancia contemporánea se dirigieran al núcleo de la integridad de la no wave, el punk y el rock: la autenticidad. Esto no significa que los Butthole Surfers fuesen la banda más auténtica del mundo o que este disco iguale la técnica de producción de El-P, pero en su lugar aquí tienes a algunos de los músicos más interesantes de Berlín juntos por primera vez, interpretando letras de Mattin, enfrentándose a esta época tan jodida y tratando de superarla. Decir que no hay autenticidad no es caer en el relativismo posmoderno que ha sido una fuerza debilitante en la lucha contra la nueva ola de nuevo fascismo. De hecho, este último también afirma su propia autenticidad: el realismo racial. No resulta sorprendente que la autenticidad también fuera parte central de Heidegger, lo cual de algún modo conecta al Nacional Socialismo y sus críticos deconstruccionistas franceses. Aunque este disco pueda sonar a algunos oídos como rock deconstruido a través de ruido electrónico e improvisación, también está logrando otra cosa al construir un monstruo de Frankenstein con la forma de un avatar del rock como zombie: igual que si Lou Reed apareciese desde el otro lado conectando las placas base de nuestras herramientas a nuestros cerebros, aplicándonos electroshocks por no ser capaces de parar este régimen de fascismo-como-nuevo-punk.