Pérfido Encanto

Diseño Corbusier

Pérfido Encanto


18,00

Munster

Diseño Corbusier

Pérfido Encanto


SKU: MR-SSS 29  | 

Reedición del álbum de debut de 1985 de este dúo de Granada, uno de los proyectos más fascinantes y únicos de la música electrónica española. Un trabajo excepcional de manipulación sonora ondulante, experimentación vocal y ritmos mínimos.

Es 1982. Con el retraso que obligan décadas de aislamiento internacional, Madrid y Granada recreaban, a su manera y sin saberlo, los roles que Londres y Sheffield habían asumido durante el año del punk. La capital acapara titulares, obliga a girar todos los focos hacia ella y deja en sombra todo aquel rincón más allá de sus lindes. A 400 kilómetros hacia el sur, Granada desarrollaba una escena experimental que no disponía de un altavoz para anunciar que allí sucedían cosas. “Pérfido encanto” es la aportación granadina a una escena de índole europea en la que los primitivos instrumentos electrónicos se sublevan contra la tiranía mediática de las guitarras. Bueno, antes habría que contar una pequeña historia. Hablar de esa extraña alianza que formaron una futura psicóloga sin contacto con la música y dos estudiantes de derecho obsesionados por el poder de las máquinas pero con diferentes filosofías. Rafael Flores creía en el ruidismo absoluto de grupos como Throbing Gristle como fuente de energía inagotable. Javier G Marín tenía un concepto más sexy de los sintetizadores. La selección fue natural: Marín y Ani Zinc (le gustaba la fonética del término anything) se despidieron amistosamente de Flores, quien tuvo una notable trayectoria con su alias Comando Bruno. Antes del grupo fue el sello. Antes de Diseño Corbusier llegó Auxilio de Cientos. Digamos que la primera intención de Marín era propiciar una distribución de aquellos proyectos inclasificables conocidos a través de los fanzines, algún programa de radio y el intercambio de discos. La de Ani no iba más allá de pasar el tiempo manipulando su voz en las cintas magnéticas que grababa. Pero uno de sus temas/collage llegó a la radio nacional. Firmada como Neo Zelanda, ‘Paso hambre’ sonó una noche. Solo una voz manipulada, amenazante y magnética. Las llamadas colapsaron la emisora. La discográfica DRO se lanzó a ficharlo. El trato eran dos singles: uno con aquel tema y otro para Diseño Corbusier. Pero la segunda parte no se cumplió, así que Marín decidió que la que venía siendo su modesta distribuidora se estrenaría en la edición de vinilos. Y no con un single, sino con un LP completo. Marín representaba esa primitiva democratización de los medios electrónicos. El sintetizador Korg era una herramienta para aquellos que no sabían tocar y jamás pasarían por el conservatorio. La caja de ritmos Boss DR-55 era un juguete de apariencia dulce y demoledor carácter. El radiocasete conectado a un Revox hacía de estudio de grabación. Y, por último, el micrófono de Ani Zinc: la ingenuidad hecha intención. “Pérfido encanto” agotó enseguida sus quinientas copias. Más de la mitad se vendió fuera de España. El momento era perfecto. Al año siguiente, “El alma de la estrella” devolvería a Diseño Corbusier con el mismo encanto pérfido. Pero ni esa evolución evitó su corta vida. César Estabiel. Publicado por Vinilísssimo.

Es 1982. Con el retraso que obligan décadas de aislamiento internacional, Madrid y Granada recreaban, a su manera y sin saberlo, los roles que Londres y Sheffield habían asumido durante el año del punk. La capital acapara titulares, obliga a girar todos los focos hacia ella y deja en sombra todo aquel rincón más allá de sus lindes. A 400 kilómetros hacia el sur, Granada desarrollaba una escena experimental que no disponía de un altavoz para anunciar que allí sucedían cosas. Como la extraña alianza que formaron una futura psicóloga sin contacto con la música y dos estudiantes de derecho obsesionados por el poder de las máquinas pero con diferentes filosofías. Rafael Flores creía en el ruidismo absoluto de grupos como Throbing Gristle como fuente de energía inagotable. Javier G Marín tenía un concepto más sexy de los sintetizadores. La selección fue natural: Marín y Ani Zinc (le gustaba la fonética del término anything) se despidieron amistosamente de Flores, quien tuvo una notable trayectoria con su alias Comando Bruno.

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Reedición del álbum de debut de 1985 de este dúo de Granada, uno de los proyectos más fascinantes y únicos de la música electrónica española. Un trabajo excepcional de manipulación sonora ondulante, experimentación vocal y ritmos mínimos.

Es 1982. Con el retraso que obligan décadas de aislamiento internacional, Madrid y Granada recreaban, a su manera y sin saberlo, los roles que Londres y Sheffield habían asumido durante el año del punk. La capital acapara titulares, obliga a girar todos los focos hacia ella y deja en sombra todo aquel rincón más allá de sus lindes. A 400 kilómetros hacia el sur, Granada desarrollaba una escena experimental que no disponía de un altavoz para anunciar que allí sucedían cosas. “Pérfido encanto” es la aportación granadina a una escena de índole europea en la que los primitivos instrumentos electrónicos se sublevan contra la tiranía mediática de las guitarras. Bueno, antes habría que contar una pequeña historia. Hablar de esa extraña alianza que formaron una futura psicóloga sin contacto con la música y dos estudiantes de derecho obsesionados por el poder de las máquinas pero con diferentes filosofías. Rafael Flores creía en el ruidismo absoluto de grupos como Throbing Gristle como fuente de energía inagotable. Javier G Marín tenía un concepto más sexy de los sintetizadores. La selección fue natural: Marín y Ani Zinc (le gustaba la fonética del término anything) se despidieron amistosamente de Flores, quien tuvo una notable trayectoria con su alias Comando Bruno. Antes del grupo fue el sello. Antes de Diseño Corbusier llegó Auxilio de Cientos. Digamos que la primera intención de Marín era propiciar una distribución de aquellos proyectos inclasificables conocidos a través de los fanzines, algún programa de radio y el intercambio de discos. La de Ani no iba más allá de pasar el tiempo manipulando su voz en las cintas magnéticas que grababa. Pero uno de sus temas/collage llegó a la radio nacional. Firmada como Neo Zelanda, ‘Paso hambre’ sonó una noche. Solo una voz manipulada, amenazante y magnética. Las llamadas colapsaron la emisora. La discográfica DRO se lanzó a ficharlo. El trato eran dos singles: uno con aquel tema y otro para Diseño Corbusier. Pero la segunda parte no se cumplió, así que Marín decidió que la que venía siendo su modesta distribuidora se estrenaría en la edición de vinilos. Y no con un single, sino con un LP completo. Marín representaba esa primitiva democratización de los medios electrónicos. El sintetizador Korg era una herramienta para aquellos que no sabían tocar y jamás pasarían por el conservatorio. La caja de ritmos Boss DR-55 era un juguete de apariencia dulce y demoledor carácter. El radiocasete conectado a un Revox hacía de estudio de grabación. Y, por último, el micrófono de Ani Zinc: la ingenuidad hecha intención. “Pérfido encanto” agotó enseguida sus quinientas copias. Más de la mitad se vendió fuera de España. El momento era perfecto. Al año siguiente, “El alma de la estrella” devolvería a Diseño Corbusier con el mismo encanto pérfido. Pero ni esa evolución evitó su corta vida. César Estabiel. Publicado por Vinilísssimo.

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Reedición del álbum de debut de 1985 de este dúo de Granada, uno de los proyectos más fascinantes y únicos de la música electrónica española. Un trabajo excepcional de manipulación sonora ondulante, experimentación vocal y ritmos mínimos.

Es 1982. Con el retraso que obligan décadas de aislamiento internacional, Madrid y Granada recreaban, a su manera y sin saberlo, los roles que Londres y Sheffield habían asumido durante el año del punk. La capital acapara titulares, obliga a girar todos los focos hacia ella y deja en sombra todo aquel rincón más allá de sus lindes. A 400 kilómetros hacia el sur, Granada desarrollaba una escena experimental que no disponía de un altavoz para anunciar que allí sucedían cosas. “Pérfido encanto” es la aportación granadina a una escena de índole europea en la que los primitivos instrumentos electrónicos se sublevan contra la tiranía mediática de las guitarras. Bueno, antes habría que contar una pequeña historia. Hablar de esa extraña alianza que formaron una futura psicóloga sin contacto con la música y dos estudiantes de derecho obsesionados por el poder de las máquinas pero con diferentes filosofías. Rafael Flores creía en el ruidismo absoluto de grupos como Throbing Gristle como fuente de energía inagotable. Javier G Marín tenía un concepto más sexy de los sintetizadores. La selección fue natural: Marín y Ani Zinc (le gustaba la fonética del término anything) se despidieron amistosamente de Flores, quien tuvo una notable trayectoria con su alias Comando Bruno. Antes del grupo fue el sello. Antes de Diseño Corbusier llegó Auxilio de Cientos. Digamos que la primera intención de Marín era propiciar una distribución de aquellos proyectos inclasificables conocidos a través de los fanzines, algún programa de radio y el intercambio de discos. La de Ani no iba más allá de pasar el tiempo manipulando su voz en las cintas magnéticas que grababa. Pero uno de sus temas/collage llegó a la radio nacional. Firmada como Neo Zelanda, ‘Paso hambre’ sonó una noche. Solo una voz manipulada, amenazante y magnética. Las llamadas colapsaron la emisora. La discográfica DRO se lanzó a ficharlo. El trato eran dos singles: uno con aquel tema y otro para Diseño Corbusier. Pero la segunda parte no se cumplió, así que Marín decidió que la que venía siendo su modesta distribuidora se estrenaría en la edición de vinilos. Y no con un single, sino con un LP completo. Marín representaba esa primitiva democratización de los medios electrónicos. El sintetizador Korg era una herramienta para aquellos que no sabían tocar y jamás pasarían por el conservatorio. La caja de ritmos Boss DR-55 era un juguete de apariencia dulce y demoledor carácter. El radiocasete conectado a un Revox hacía de estudio de grabación. Y, por último, el micrófono de Ani Zinc: la ingenuidad hecha intención. “Pérfido encanto” agotó enseguida sus quinientas copias. Más de la mitad se vendió fuera de España. El momento era perfecto. Al año siguiente, “El alma de la estrella” devolvería a Diseño Corbusier con el mismo encanto pérfido. Pero ni esa evolución evitó su corta vida. César Estabiel. Publicado por Vinilísssimo.


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Reedición del álbum de debut de 1985 de este dúo de Granada, uno de los proyectos más fascinantes y únicos de la música electrónica española. Un trabajo excepcional de manipulación sonora ondulante, experimentación vocal y ritmos mínimos.

Es 1982. Con el retraso que obligan décadas de aislamiento internacional, Madrid y Granada recreaban, a su manera y sin saberlo, los roles que Londres y Sheffield habían asumido durante el año del punk. La capital acapara titulares, obliga a girar todos los focos hacia ella y deja en sombra todo aquel rincón más allá de sus lindes. A 400 kilómetros hacia el sur, Granada desarrollaba una escena experimental que no disponía de un altavoz para anunciar que allí sucedían cosas. “Pérfido encanto” es la aportación granadina a una escena de índole europea en la que los primitivos instrumentos electrónicos se sublevan contra la tiranía mediática de las guitarras. Bueno, antes habría que contar una pequeña historia. Hablar de esa extraña alianza que formaron una futura psicóloga sin contacto con la música y dos estudiantes de derecho obsesionados por el poder de las máquinas pero con diferentes filosofías. Rafael Flores creía en el ruidismo absoluto de grupos como Throbing Gristle como fuente de energía inagotable. Javier G Marín tenía un concepto más sexy de los sintetizadores. La selección fue natural: Marín y Ani Zinc (le gustaba la fonética del término anything) se despidieron amistosamente de Flores, quien tuvo una notable trayectoria con su alias Comando Bruno. Antes del grupo fue el sello. Antes de Diseño Corbusier llegó Auxilio de Cientos. Digamos que la primera intención de Marín era propiciar una distribución de aquellos proyectos inclasificables conocidos a través de los fanzines, algún programa de radio y el intercambio de discos. La de Ani no iba más allá de pasar el tiempo manipulando su voz en las cintas magnéticas que grababa. Pero uno de sus temas/collage llegó a la radio nacional. Firmada como Neo Zelanda, ‘Paso hambre’ sonó una noche. Solo una voz manipulada, amenazante y magnética. Las llamadas colapsaron la emisora. La discográfica DRO se lanzó a ficharlo. El trato eran dos singles: uno con aquel tema y otro para Diseño Corbusier. Pero la segunda parte no se cumplió, así que Marín decidió que la que venía siendo su modesta distribuidora se estrenaría en la edición de vinilos. Y no con un single, sino con un LP completo. Marín representaba esa primitiva democratización de los medios electrónicos. El sintetizador Korg era una herramienta para aquellos que no sabían tocar y jamás pasarían por el conservatorio. La caja de ritmos Boss DR-55 era un juguete de apariencia dulce y demoledor carácter. El radiocasete conectado a un Revox hacía de estudio de grabación. Y, por último, el micrófono de Ani Zinc: la ingenuidad hecha intención. “Pérfido encanto” agotó enseguida sus quinientas copias. Más de la mitad se vendió fuera de España. El momento era perfecto. Al año siguiente, “El alma de la estrella” devolvería a Diseño Corbusier con el mismo encanto pérfido. Pero ni esa evolución evitó su corta vida. César Estabiel. Publicado por Vinilísssimo.

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