Puede resultar difícil de creer hoy en día, con Irán envuelto en polémicos incumplimientos de derechos humanos y controversia nuclear, pero hace poco más de treinta años todo era glamour, oropel y rock & roll. El sha de Irán promovió la modernización en detrimento de la cultura persa y la mayoría de los iraníes lo despreciaban al final de su reinado. Siglos de dominio monárquico dieron paso a un acérrimo régimen islamista durante la popular revolución iraní de 1979. El nuevo gobierno intentó erradicar cualquier vestigio de la monarquía imperialista y pasarlo bien fue completamente prohibido. El controvertido papel de la música dentro del Islam hizo que la industria de pop persa fuera incongruente con los nuevos y estrictos gobernantes de Irán. Todos los sellos discográficos se vieron obligados a cerrar, los medios fueron islamizados, y una población temerosa quemó sus discos, enterró sus libros y cumplió, al menos en apariencia, con las nuevas (y aburridas) normas del régimen islámico. Rangarang es una colección de joyas olvidadas del Irán anterior a la revolución. Estas canciones cuentan las historias de una comunidad artística que floreció durante los años 60 y 70 antes de caer en el olvido. Las estrellas del pop que permanecieron en Irán fueron obligadas por la corte revolucionaria a firmar una declaración prometiendo abandonar sus carreras y no volver a actuar de nuevo. Cuando una industria musical en el exilio se estableció en Los Ángeles, donde muchos músicos se asentaron al huir del caos en Irán tras la revolución, los ritmos y melodías de la época monárquica habían dado paso a los sintetizadores de los 80 y la música pop iraní jamás volvería a ser la misma. El abanico de temas incluido en Rangarang es asombroso, desde ritmos funk y soulful pop a desarrollos de carácter jazz y sentidas baladas, todos producidos y arreglados impecablemente y de forma imaginativa, dando forma a música verdaderamente popular.